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Aitor Ortiz de Mendibil: «Los profesores no deberían corregir errores, sino enseñar habilidades»
Lleva en el grupo SAFE Formación desde sus inicios, cuando en 2013 le tocó impartir un curso de TD1. Aitor Ortiz de Mendibil ha formado, fácilmente, a más de 400 técnicos deportivos. Profesor, entrenador, y formador, aunque se empeñe en decir que le quedan dos años para la jubilación y que está en la menos dos, hay quienes confiamos en seguir disfrutando durante mucho tiempo más de sus formaciones y de su experiencia.
Es de Bilbao, tiene 65 años, y comenzó a esquiar con 10, cuando vivía en San Sebastián y los domingos iba al monte con su abuelo y sus tíos. “Un buen año querían saber qué era eso de esquiar. Mi padre me compró unos esquís de cepo y unas botas con cordones. Íbamos los viernes a Bilbao, dormíamos en casa de mi tío, y subíamos al Puerto de Lunada, entre Burgos y Cantabria. Llegábamos donde la nieve lo permitía, escogíamos una campa en pendiente, y nos tirábamos todo el día subiendo en escalera y bajando. Era nuestro plan”. Así estuvo una temporada entera. “No supe lo que era un remonte hasta que empecé a bajar en paralelo, en Gourette, en Francia, y algo más tarde, en La Pierre Saint Martin, recibí mis primeras clases ya de perfeccionamiento y entrené con un club. Cuando fui a Gourette, la primera estación que conocí, sabía bajar en paralelo, pero no cómo montarme en un remonte. Aprendí a esquiar fuera de pistas. Nosotros éramos los pisa pistas, porque cuando subíamos íbamos pisando la nieve”.
No fue hasta finales de los años ochenta cuando, al trasladar su residencia a Ezcaray, y después de retomar el esquí tras una época a finales de los 70 en la que lo abandonó por el yoga, entró en una escuela. Más tarde se hizo cargo del equipo de competición de La Rioja, donde estuvo como entrenador más de 10 años. Con SAFE lleva ya una década, y ha formado a más de 400 profesores. Y aunque no deja de decir que está “en la menos dos”, preferimos no creerlo.
¿Cuáles consideras que son los cambios más radicales que ha experimentado el esquí en los últimos años?
Principalmente a nivel de material. Los esquís han cambiado mucho y hacen más fácil este deporte.
La preparación de las pistas también ha variado notablemente. Antes las estaciones se pisaban poco y no se fresaba, no había máquinas, y si había hielo, había hielo. Ahora los clientes se enfadan si no está todo pisado, pero vas a otros sitios en Europa y te encuentras pistas en estaciones buenísimas que no están pisadas. Están llenas de bañeras, y así también se aprende a esquiar. Es un aprendizaje condicionado por el terreno.
También hay que destacar el cambio de los telesquís por los telesillas. Antes las estaciones estaban llenas de telesquís, y el telesquí te enseña a esquiar porque estás deslizando hacia arriba. En cambio, cualquiera que sepa caminar con los esquís puede subirse en un telesilla. Pero una vez llegas arriba… ¿cómo bajas? El telesquí era un filtro. Si no ibas centrado encima de los esquís, no subías, te caías. Lo negativo de los telesquís es que cortan la montaña, no puedes esquiar atravesándolos. Con los telesillas, sí. Pero lo hemos visto en Baqueira, en la zona del Saumet y Baciver. Con dos telesquís han montado un área esquiable increíble. Son baratos, aguantan más el viento, y son un filtro de nivel en zonas exigentes. Con lo que cuesta un telesilla llenas de telesquís un área esquiable. Pero ponen las sillas buscando la comodidad para el cliente. Es lógico.
Una de las cosas que se han conseguido en los últimos 25 años, ha sido la democratización del esquí. No tanto en cuanto a que sea más barato, o asequible, sino en lo que se refiere al aspecto técnico. Antes para bajar por determinadas pistas debías tener más nivel porque las pistas estaban peor preparadas y los remontes eran más exigentes. Ahora cualquiera puede subirse en un telesilla y bajar muchas pistas. Eso también tiese su contrapartida. Actualmente en pistas se va mucho más rápido. El material y la preparación de las pistas te permiten ir mucho más deprisa, y, al ir más rápido y haber más gente, los accidentes también aumentan. De ahí el casco, las espalderas… Cuando nosotros empezamos a esquiar a nadie se le ocurría llevar casco, pero no íbamos tan rápido… No es lo mismo darte un golpe a 20 km por hora que a 70. Es lógico que ahora haya que llevar casco, pero es por la velocidad y la saturación de las pistas.
Como formador de profesores durante años, ¿cómo ves a las nuevas generaciones de técnicos deportivos?
Despistados, muy despistados, y a la vez impacientes. Cuando me interesé por ser profesor de esquí sólo había un centro en el que formarse, lo cual tenía bastantes cosas malas, además de las buenas. Era una formación casi militar. No podías ni hacer una pregunta fuera de tono. Era un aprendizaje muy exhaustivo. De hecho, para sacarte lo que ahora es el TD1 (técnico deportivo nivel 1) tenías que hacer un examen para entrar de colaborador en una escuela, estar en ella un mínimo de una temporada porque su director era el que te enviaba a hacer los cursos de formación, y había un cupo por escuelas. Cuanto mayor era la escuela, más cupo tenía para acceder a los cursos. Pasabas mínimo un año de colaborador y después hacías un curso de agregado, de una semana de teoría en Inef en Madrid, y cinco días en Candanchú. Estabas un año, acreditabas unas prácticas de una temporada, y te presentabas al auxiliar. Acababas el auxiliar y tenías que hacer tus prácticas. Para hacer lo que ahora es el TD1 tenías que estar un mínimo de tres temporadas.
Si querías ser diplomado, lo que ahora sería el TD2, tenías que estar dos temporadas de auxiliar para practicar, por lo que acababas siendo TD2 en un mínimo de cinco temporadas. Lo bueno de eso es que el aprendizaje era mucho más progresivo, con mucha carga práctica, y adquiriendo experiencia, porque ponías en práctica las enseñanzas que habías recibido. Ahora puedes llegar a ser TD2 en temporada y media, así que falta práctica. Se acumulan muchos conocimientos teóricos y muchos cursos, pero falta práctica. Todo el mundo lo quiere hacer rápido. Lo de “despistados” es porque esto es un oficio y nosotros, en los centros de formación, enseñamos el oficio, pero se tiene que complementar con la práctica. Por mucho que se entiendan los conceptos técnicos y metodológicos, es fundamental ponerlos en funcionamiento con todo tipo de alumnos. La gente quiere hacerlo todo muy rápido. Algunos hacen estos cursos y saben que se quieren dedicar a dar clases de esquí, pero la mayoría no. Y lo hacen por tener un título, un uniforme… Pero cuando te das cuenta de lo que supone, las horas que tienes que estar en pistas, con niños que lloran, llueva o nieve… A veces es duro. Ser profesor de esquí no es hacer freeride, es estar en la alfombrita, con un cuñero, mientras los demás están deslizando por todas las palas después de un paquetón, en un día de sol. Si lo que quieres es esquiar, trabaja por la tarde. Cuando mejores condiciones hay para esquiar es cuando más trabajo hay. Es así. Lo que veo es un poco despiste, pero creo que es en términos generales hoy en día.
“Estoy bastante centrado en conocer la anatomía humana, la fisiología de la respiración, y la biomecánica del cuerpo humano, y me estoy dando cuenta de que el esquí es muy sencillo de abordar si se tienen en cuenta esos campos”. ¿Cómo trasladamos esta teoría que has mencionado en alguna ocasión a la práctica?
El esquí es un deporte, con su parte competitiva y su parte recreacional. Y es un deporte con herramientas. Y encima es un deporte de deslizamiento. Hay que entender cómo se comporta esa herramienta, y cómo funciona el cuerpo, que es el que hace funcionar el resto de herramientas, y cómo se comporta la nieve, que es el elemento que nos hace deslizar. Es conocer un poco nuestra anatomía. La base del esquí es física y biomecánica. Conocer cómo funciona el cuerpo y cómo interactúa con las fuerzas que aparecen y con la herramienta con la que me tengo que desplazar. Y si lo explicas así, la gente lo entiende.
¿Qué graves errores consideras que cometemos, en términos generales, los esquiadores?
Depende. Alguien que está aprendiendo una técnica, si está aprendiendo, es que todavía no la sabe hacer. Si tú no sabes hacer algo bien, no estás cometiendo ningún error. Para cometer un error tienes que saber hacer algo bien, y hacerlo mal. Si estás en un proceso de aprendizaje, estás adquiriendo habilidades. Nosotros intentamos apartarnos de esa terminología de error, de fallo, de corrección… No corregimos errores, los profesores no deberían corregir errores, sino enseñar habilidades. Si tú a un esquiador le enseñas habilidades, eso que llama errores va a desaparecer porque la gente prefiere hacer algo que funciona bien a algo que funciona mal. No me digas diez cosas que no haga, dime una que haga. Empieza por lo que ha hecho bien y a partir de ahí vete construyendo.
SAFE celebra su décimo aniversario. ¿Qué balance haces de esta primera década que termina?
Pablo, que es el director, tuvo la “discutible” idea de ponerse en contacto conmigo a través de Carolo para ver si daba un curso en junio de 2013 en Les Deux Alpes. Carolo sabía que yo había trabajado de formador en EDEPA, primer centro de formación público de España, en Asturias. Estuvimos quince días con un grupo de seis alumnos. Después de ese curso, al año siguiente dimos cursos en Valdezcaray, Alpes… Fue creciendo y la gente se empezó a interesar por qué era SAFE y su filosofía, con otra manera de dar los contenidos, de forma más transversal, más de tú a tú, no de arriba a abajo. Por supuesto que hay evaluaciones, sistemas y criterios de evaluación. Hay que tener un grado de exigencia y pedir que haya actitud, que haya compromiso. En un curso de formación enseguida sabes si alguien tiene compromiso o no, y quién está porque sus padres le han dicho que se saque el TD1. Hemos hecho algún estudio y la vida profesional media de alguien que se saca el TD1 es de tres temporadas. Hay más demanda de profesores que oferta. Lo dejan o por estudios, porque no les va, porque en ese momento estaban en paro pero luego han conseguido trabajo, o porque no era lo que pensaban… Vida media, tres temporadas.
Pablo había sido profesor de esquí. Había trabajado en Sierra Nevada y en Baqueira. Entró en un centro de formación de seguridad, en puertos, en barcos mercantes. Esa empresa desapareció y Pablo se quedó con la parte de formación deportiva. No le gustaba cómo en aquel momento se estaban haciendo las cosas. Pensaba que había que darle una vuelta, y buscó a alguien que supiera de teoría de esquí. Encontró a un escritor de libros de esquí, Carlos Guerrero, Carolo, y entre él y Ernesto Rodríguez, Nes, hicieron el primer libro de SAFE, Aprender a esquiar, que era técnica y metodología del TD1. Carolo se quedó como coordinador de publicaciones, y yo como coordinador de los cursos de formación de la parte del bloque específico. Y así empezó. En el mes de abril de 2019 llegamos a estar 17 formadores en Sierra Nevada, entre esquí y snowboard, además de los cursos que habíamos hecho antes ese año.
En SAFE somos muchos formadores, pero porque esto es un complemento, no un trabajo a tiempo completo. Unos dan clases, otros entrenan, hay guías de montaña… Tenemos gente de muchos sitios, España, Italia, Francia. En la lista de formadores podemos llegar a estar 30, pero que damos cursos bastantes menos, por disponibilidad fundamentalmente. Está bien porque es motivador, y es muy gratificante.
A falta de dos temporadas para tu jubilación, estás organizando el relevo en la coordinación del centro. ¿Cómo va a ser el futuro de SAFE?
Hemos estado mirando y ahora ha entrado un grupo muy potente de chicas. Está Nuria Pau que ha sido olímpica, del equipo nacional, y es una crack. Sofía Gandarias, que es impresionante, de hecho, es entrenadora del primer equipo profesional de competición femenino, el FAST, que también montó Nuria. Ellas ya han empezado a coordinar el TD3, que es el grado superior, para entrenadores, directores de escuelas… La idea es esa a nivel general. ¿Y por qué chicas? Porque normalmente, a un nivel alto, tanto de profesores como de entrenadores, llegan muchos más chicos que chicas, que se van quedando por el camino por diferentes razones. Pero las que llegan son unas fenómenas. De 100 hombres entrenadores pueden valer realmente 8. Si llegan 10 chicas, de esas 10, valen 9, porque están acostumbradas a nadar contra corriente, a tener que superarse más, a competir con los chicos… Se ponen en una línea y ahí van, son más profesionales… Por supuesto que hay chicos muy válidos, pero ¡ojo con las chicas que tenemos!
Tendrás muchísimas, pero si tuvieras que contar una anécdota en la nieve que nunca olvidarás, ¿cuál sería?
Lo que más recuerdo es cuando empecé a esquiar e iba a dormir a casa de mi tío, en un saco. Estaba tan nervioso que no pegaba ojo. De pequeño esquiaba mucho solo, alguna clase recibí, pero iba con la gente de los remontes, y mi padre les llevaba vino. Él no esquiaba, pero se hacía amigo de todo el mundo. Y ellos, que en verano eran pastores, me regalaban queso.
También recuerdo la primera vez que esquié con luna llena, en Valdezcaray, con un nevadón impresionante. Subimos al parking, nos pusimos las pieles, yo, por supuesto, iba con telemark, llegamos arriba, nos quitamos los esquís, nos dimos la vuelta y era todo azul, con un mar de nubes en el valle. Increíble.
¿Cuál es tu estación favorita y por qué?
¡La que tenga nieve! Con nieve todas son buenísimas. Pero con bien de nieve, que puedas ir por pistas y por fuera de pistas.
¿Y tu après-ski ideal?
Sofá, música, y una cerveza o una copa de vino, o un té, depende. Pero es un après-ski después de trabajar, así que lo que te apetece es quitarte las botas, y tumbarte.
¿Cómo se presenta esta temporada 2023/2024?
¡Como la menos dos!, jejeje…
Parecida al resto. Ahora estoy dando un TD1, en marzo daré un TD2, en abril un TD3. En febrero trabajaré con clientes, y sigo con las formaciones bonificadas… Bastante similar a las anteriores… ¡Intentando llegar a mayo con mis maltrechas rodillas en el mejor estado posible! ¡Y a ver si hacemos otra excursión en telemark con luna llena y cena en Montgarri, como hace ahora dos años!
Vía Nevasport